viernes, 18 de septiembre de 2020

REVIEW DE 7X14 ("A SORT OF HOMECOMING", THE 100): UNA AGRIDULCE GOTA DE NOSTALGIA

Tras haber puesto rumbo al portal sin apenas echar la vista atrás para ver por última vez el cuerpo sin vida de Bellamy, Clarke aparece en un lugar que le resulta ligeramente familiar: el búnker de Pólis. Han regresado a la Tierra, y "A Sort of Homecoming", "Una especie de regreso a casa" es el nombre que por título lleva este episodio 14, dirigido por Jessica Harmon, la hermana de Richard Harmon (Murphy), que es quien interpreta a Nyilah. 

"A Sort of Homecoming" surge como una agridulce gota de nostalgia, una última oportunidad para que nuestros héroes hagan las paces con los aterradores fantasmas de su pasado. Pero no todos podrán deleitarse admirando la belleza de la reverdecida y salvaje capital de los terrestres. Bellamy Blake ya no está en este mundo, y de eso enseguida se cercioran Octavia, Miller y compañía, poco después de su reencuentro con Gaia, que les explica que, al cerrarse el puente, éste te reenvía al planeta al que pertenece tu ADN por defecto. 

Clarke, para sorpresa de muchos seguidores, no oculta ni el qué ni el quién de la catástrofe: tuvo que decidir entre Bellamy o Madi, y Echo y Octavia, lejos de reprocharla como habitualmente, la abrazan, una reacción que parece imposible de concebir en dos personajes tan belicosos como ellas dos. Sin embargo, aquí los guionistas echan mano de la "conveniencia" para poder dar paso a una rápida conclusión de las tramas de los protagonistas, un comodín del que no tienen ya reparo en abusar. Y es que, si bien lo lógico es que Octavia y Echo se hubieran enfadado con Clarke por lo de Bellamy, y esto hubiera abierto una nueva brecha en su amistad, complicando aún más la temporada final, ya no hay más episodios para detenerse en venganzas. Es momento de reunirse, recordar y reflexionar. "A Sort of Homecoming" cumple la misma función que en Game of Thrones el capítulo anterior a la batalla contra el ejército de caminantes blancos. Y todos lo saben. Todos allí abajo son conscientes de que esto no ha terminado, porque los Discípulos poseen el libro de bocetos de Madi, por lo que, tarde o temprano, vendrán a por ella. Esta situación de frustración e impotencia exaspera a Clarke, y es lo único que explica por qué rompe el casco con el que podrían encontrar la Piedra que les permita regresar a Sanctum, ya que su actitud está fuera de contexto. Clarke ha pasado de ser una líder que decide  con mano a firme a convertirse en un personaje dubitativo y errático, que por momentos parece erigirse en la verdadera antagonista de la serie. Es como si, de alguna forma, en algunos puntos, los guionistas hubieran perdido los papeles: primero Clarke les insta duramente a permanecer allí, ya que es su hogar ancestral porque, en el fondo, son todos los que están y están todos los que son, para poco después, cuando su discusión con Madi le aclara las cosas, cambiar de idea incitándoles a regresar a por refuerzos antes de que se presenten los Discípulos. 

Las actitudes de Murphy y Madi concuerdan mucho más con las circunstancias. Murphy, como dirigente de Sanctum, junto con Emori, no puede quedarse de brazos cruzados mientras su gente, su pueblo, corre peligro en un planeta hostil sabiendo, como sabe, que ahora la Tierra es nuevamente habitable. Madi, por su parte, rechaza la excesiva sobreprotección de Clarke ya que, contrariamente a ciertas opiniones que consideran que actúa de un modo demasiado infantil, ella responde del mismo modo en que lo haría cualquier adolescente. No es una adulta, pero tampoco una niña, y desea emprender su camino a la madurez aprendiendo a tomar sus propias decisiones, algo que incomoda a Clarke, puesto que, como madre adoptiva, se ve reflejada en ella, en su rebeldía, sintiendo la necesidad de intervenir para que no le ocurra ningún mal. 

En este episodio, el regreso a casa supone para Clarke y sus amigos un punto de inflexión, una mirada de madurez a los errores que cometieron cuando no eran más que un puñado de adolescentes rebeldes. Discutir con Madi es como luchar contra su derecho natural a la libertad de decidir, un sentimiento que los cien abrazaron cuando, nada más aterrizar en aquellos remotos y radiactivos lares, clamaron al unísono de Bellamy y Murphy que se desprenderían de sus antiguas pulseras inteligentes.

Aquí y ahora es donde nuestros personajes demuestran cómo han crecido y han cambiado respecto a temporadas pasadas. El vívido reflejo de esa evolución es Octavia, quien se muestra reticente a asomarse de nuevo al pozo que ella misma transformó en un anfiteatro romano, desde donde se proclamó Blodreina y supervisaba las luchas entre los desertores de su imperio subterráneo. Es gracias al apoyo de Indra que finalmente vuelve a abrocharse sus viejas prendas y supera ese viejo trauma. Ella no fue la única responsable de lo que allí aconteció. Su mentora Indra también respaldó todas sus decisiones y se instituyó en su brazo derecho junto con Cooper,  de ahí que comparta su culpa. Esa conversación entre ambas era más que necesaria, porque a pesar de que se vieron hace unos días, para Octavia han transcurrido diez años, una década que comparativamente la ha convertido en la mayor de los hermanos Blake. La muerte de Bellamy  por parte de Clarke es tan inexcusable como inexplicable dicho giro de guión, pero sí es útil -léase "conveniente"-para la trama, ya que Bellamy existía debido a Octavia, y ella gracias a él, pero una vez que ésta ha comprendido todo lo que hizo por ella -incomprensión que estaba siempre en el origen de sus disputas-, su hermano mayor pierde el rol que se le había adjudicado en las primeras temporadas. Octavia ya no necesita un hermano mayor que vele por ella y al menos eso, desde el punto de vista narrativo, sí que justificaría su pérdida. 

La segunda mitad del episodio desemboca gradualmente en la acción tras la irrupción de incógnito de Sheidheda, que recorre invisible los pasillos del búnker para dar con Madi, a cambio de que Cadogan y los suyos se abstengan de intervenir Sanctum. Indra y Gaia tratan de detenerle sin éxito, y The 100 se cobra otra nueva vida, la de Gabriel, que cae intentando proteger a la niña. Si bien cualquiera pensaría que The 100 se ha propuesto asesinar a todos los personajes masculinos del casting, el recorrido de Gabriel está completo. Tras haber ayudado a derrocar a la aristocracia Prime de la que él una vez formó parte, haber resuelto parcialmente el misterio de la Anomalía y haberse adentrado en Bardo para ayudar a Octavia, Diyoza, Echo y Hope, lo que más anhelaba el anciano investigador centenario era la muerte, una muerte que le ha llegado de manera repentina, sin previo aviso, pero que se ha producido en el momento oportuno, cuando había hecho las paces consigo mismo y con  sus recuerdos de Josephine. Una muerte digna que, además, tiene lugar mientras está rodeado de sus nuevos amigos, un privilegio que muy raras veces concede Los 100

La caída de Gabriel provoca que Madi se arme de determinación, siguiendo el ejemplo de Clarke en otras ocasiones, pero ni siquiera a Cadogan le basta con eso, pues está decidido a acabar con sus vidas en detrimento de su filosofía pan-salvacionista, hecho que devuelve a Los 100 a la dicotomía blanco-negro/buenos-malos y que desgraciadamente hace que Bellamy quede como un verdadero traidor al haber elegido al bando enemigo. Y es que Cadogan pierde credibilidad como villano supremo de esta última temporada cuando "transciende" del gris al negro ("out of the blue, into the black") traicionando los principios de los que alardea, una bajeza moral que sólo hay que situar un poco por encima de las ansias de poder de Sheidheda, un zorro que está a punto de ser engañado por un lince. 

A pesar de los fallos e incongruencias típicos de un guión al que le corre prisa concluir, hay que decir que "A Sort of Homecoming" es un capítulo emotivo que ya se venía echando en falta. Los personajes tenían que reunirse para anticiparse a la batalla final y lo han hecho de la mejor forma posible. No se ha tratado sólo de un reencuentro entre amigos, sino de un vis á vis con el pasado pero  con la mirada clavada en el horizonte. El objetivo es luchar por su futuro, el futuro que ellos quieren, algo que va más allá de cualquier creencia en la trascendencia, en falsos dioses y en falsos profetas.   


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Philosophic Dragon 


 

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