lunes, 20 de julio de 2020

THE 100, CRÍTICA DE LA TEMPORADA 7: ¿HA PERDIDO LA SERIE SU ESENCIA?


The 100 va a tomarse unas pequeñas vacaciones y durante las dos próximas semanas el canal estadounidense no estrenará nuevos episodios, haciéndolo coincidir más o menos con la mitad de la temporada, por lo que es buen momento para aprovechar y hacer un balance general, una crítica de esta última entrega, basándonos, por una parte, en nuestras propias valoraciones y, por otra, también en otras críticas previas, e incluso en la recepción de la séptima temporada entre el público a través de redes sociales u otros medios digitales.

La séptima temporada había elevado enormemente las expectativas de los seguidores los meses previos al estreno, pero este ambiente entusiasta y caldeado no se percibe ya ni en redes sociales ni tampoco entre las audiencias o entre los críticos profesionales que redactan semanalmente las reviews... ¿está siendo acaso el desenlace de la serie un despropósito? ¿está la séptima temporada a la altura de sus predecesoras o ha perdido su esencia? Aquí hay mucha polémica y un gran debate abierto, así como reacciones muy diversas.

DECISIONES IMPOSIBLES, SUPERVIVENCIA Y CIVILIZACIONES HOSTILES


The 100 solía considerarse hace unos años como "la serie de las decisiones imposibles", porque si algo caracterizaba a este universo de ciencia ficción distópico eran los difíciles dilemas morales a los que sus protagonistas tenían que enfrentarse sin descanso. A menudo, cada temporada ha planteado situaciones originales, con nuevos personajes, antagonistas y giros de guión que han ido moldeando a los personajes y las relaciones con su entorno. Uno de los puntos fuertes de la serie ha sido sobre todo la fuerza de los arcos narrativos individuales, la evolución y  la coherencia constructiva de sus personajes, y no tanto el componente sci-fi. 

Asimismo, las decisiones que han tenido que tomar Clarke y compañía han constituido el impulso para hacer crecer y madurar a un grupo de adolescentes que ahora ya son adultos jóvenes. Cada nuevo problema ha supuesto para ellos una oportunidad para aprender, enmendar errores o reflexionar sobre las consecuencias de sus actos, incluso para adaptarse y definir su propia identidad, originando como resultado personajes muy "grises", porque si hay algo que ellos nunca son ni han sido han sido buenos ni malos. Y esto The 100 lo ha plasmado a fuego lento, con naturalidad, a través de enemistades y relaciones de toda clase, gracias al carisma particular que destilaban dos de sus figuras líderes, Clarke y Bellamy, a los que el fandom ansía ver como pareja. 

Pero The 100 es más que eso: es un drama post-apocalíptico de supervivencia donde la principal amenaza para el ser humano es él mismo, además de su propia tecnología. Cada temporada ha estado marcada por un enfrentamiento a gran escala entre el grupo de delincuentes de EL Arca y otras culturas humanas de supervivientes del holocausto nuclear, como los terrestres, el Monte Weather o los prisioneros de la Eligius IV. Supervivencia, decisiones imposibles y  civilizaciones post-apocalípticas son las palabras clave que definen a la serie... ¿siguen vivos estos elementos en The 100 este 2020?

Si la sexta temporada tuvo como enemigo público número uno a la élite colonizadora de los mind-drives de Eligius III, la séptima ha añadido otra secta civilizada, la de Bardo, que son descendientes del grupo Segundo Amanecer, poseedores de una tecnología punta que ya existía cuando ellos llegaron a ese planeta a través del agujero de gusano. En ese sentido, la dirección retoma el camino marcado por la exitosa segunda temporada y su Monte Weather, que se ha venido considerando como la "estrella" esencial de la franquicia de The CW. Pero incluso si esa ha sido siempre la marca de la casa, The 100 ha sabido también prescindir en algunos casos de ese sello, con buenos resultados. Sin embargo, era de esperar que junto a Sanctum hubiera otras sociedades conflictivas repartidas por el universo, en parte porque los creadores han tratado de emular muchas veces el hito del Monte Weather. Lo que sucede es que, a medida que se amplía este mundo con nuevas culturas humanas, se reduce la capacidad de sorprender al espectador. Las dos últimas entregas, en su conjunto, conforman una especie de réplica, narrada de otra forma, por supuesto, y si bien se señala que la trama de Bardo es interesante, también hay críticas en el sentido contrario, aunque la opinión más generalizada es que lo que rodea a Sanctum sobraba a estas alturas. 

El problema de Bardo es que ya estaba presente parcialmente en la sexta temporada, aunque no supiéramos nada de la Anomalía y de la Piedra, y que los guionistas optaron por ocultar y postergar respuestas para poder sorprender una vez más a los seguidores. En resumen, la trama se ha insertado de manera tardía y las revelaciones sobre su propósito son pocas para encontrarnos a las puertas del décimo episodio. Nos hallamos cerca de una gran guerra, que se alarga y que parece que no llega, con otro condimento que, además, se aleja un poco de lo habitual en la serie: hay otra raza alienígena a la que supuestamente hay que combatir, y eso significa que, a menos que se produzca un giro de ciento ochenta grados, deberíamos ver a otros seres que quizás no encajen con el universo de The 100, que hasta el presente ha sido muy conservadora evitando caer en los típicos elementos sci-fi del cine.

RITMO, PERSONAJES Y WORLDBUILDING


 Se puede decir que uno de los inconvenientes de este año es el hecho de que a la serie le quedan muchas cosas por explicar pero pocos capítulos para poder hacerlo, y que lo propio habría sido pensar en una octava temporada para resolverlo todo con más tranquilidad, porque el ritmo es también importante y en esta temporada es bastante desigual. Ha habido capítulos necesarios, pero otros han sido de relleno. La década de confinamiento de Octavia, Diyoza y Hope en Skyring podría haberse repartido mejor entre estas dos últimas temporadas y una pequeña revelación habría aportado novedad y color a un Sanctum vistoso pero ciertamente insípido, lo que habría permitido desarrollar con más profundidad la ideología de Bardo y convertirla en el axioma de la séptima temporada. El  7X03, False Gods, se antoja demasiado funcional aunque deja que sobresalgan Richard Harmon, Lindsey Morgan y Luisa D'Oliveira en sus respectivos papeles. Además, se supone que nos queda al menos de visitar otro planeta, Etherea, el mundo de las grandes cordilleras, e incluso puede que regresemos de nuevo a la Tierra. De nuevo, demasiados escenarios para siete capítulos restantes y también demasiados personajes con arcos narrativos que hay que ir cerrando. 

Las prisas no son buenas y el ritmo lento de algunos episodios contrasta con aceleraciones en otros, lo que resiente igualmente las storylines de los protagonistas. Algunos de ellos parecen haberse quedado sin tramas ni desarrollo, a pesar de haberlo experimentado con creces durante toda la serie, como sucede con Raven y Murphy. El clímax de Raven Reyes aconteció con la derrota de ALIE en la tercera temporada y desde entonces el personaje ha ido perdiendo relevancia, lo mismo que Murphy, que apenas ha destacado algo con la tapadera de los Primes. En la sexta entrega del año pasado Murphy y Emori fueron de gran ayuda para Clarke ya que su interpretación de Primes les dio tiempo para frenar el caos que se estaba desatando en Sanctum. El hijo de un ladrón y una ladrona rechazada por su familia han pasado de supervivientes a embajadores de una sociedad teocrática pero ¿qué han hecho además de arreglar el reactor, espiar y fingir? Desde luego, no mucho, y cuesta creer que dos tipos egoístas y más pendientes de sí mismos que de lo que haga el resto empiecen de repente a preocuparse por los demás. John trata de impedir que los fieles inmolen a más niños en nombre de Russell Prime y Emori de reconciliar devociones y familias, pero ninguno tiene éxito, porque nunca han estado preparados para dicha tarea, y cuando Indra requiere su atención por problemas más acuciantes siempre encontramos al rey emborrachándose en la taberna. Si hay un sitio que Murphy frecuenta más que su alcoba, es la barra del bar. El liderazgo de ambos ha sido puesto en entredicho por Russheda, así que ya veremos cómo se las arreglan sin Raven ni Clarke, y con los convictos intrigando contra ellos.    


Clarke, Bellamy, Raven y Jordan son otros ejemplos de personajes que se están echando a perder y cuyo protagonismo decae incluso en favor de Murphy y Emori, que ocupan el doble de pantalla. En el caso de Clarke, la opinión censura la decisión de haberla alejado de los primeros planos, siendo ahora la sombra de lo que una vez fue. En lo personal, para mí Clarke fue un personaje clave en las tres primeras temporadas, pero ahora ya no le veo nada. Es el ejemplo de un personaje excesivamente definido de principio a fin, cuyo destino está cantado desde el primer día y, frente a otros, ha sido uno de los que menos ha cambiado. No sabemos por qué, pero poco le ha durado el luto por su madre muerta. Pasan los días y ni ella ni nadie se preguntan qué ha sido de los desaparecidos que fueron al campamento de Gabriel. No está haciendo lo que debería hacer, que es gobernar Sanctum, un enclave que además ha dejado prácticamente desprotegido y que quizás no siga en pie a su regreso. Clarke tendría que haber madurado más como líder con esa larga ristra de errores y decisiones equivocadas a sus espaldas, pero sigue siendo ingenua en bastantes aspectos. 

Raven prácticamente no tiene nada que decir desde que aterrizaron en Alpha y no estoy de acuerdo con quienes piensan que tiene historia propia. El reactor fue una excusa para teñir sus manos de sangre y el descubrimiento del funcionamiento del sistema de puentes le ha acercado a Jordan, pero no hay visos de que entre ellos dos surja algo más que un interés científico o una amistad. Y, sinceramente, Jordan habría aportado más habiéndose posicionado con Russell y habiéndose quedado en Sanctum, porque despertaba simpatías entre los creyentes y podría haberse convertido en un antagonista más creíble que los convictos de la Eligius, cuya líder, Nikki "bang bang", solamente está actuando por venganza. Jordan es un personaje al que le falta desarrollar identidad propia, buscar su rincón en el mundo, y parece que los guionistas han perdido de vista esos detalles.

Bellamy sigue desaparecido. Cada vez se antoja más improbable que le recordemos  por algo más que por su ausencia, y hay que reconocer que el descanso que quería tomarse Bob Morley a expensas de sus fans le ha salido caro a The CW, porque inicialmente estaba previsto que fuera un personaje clave en la búsqueda de su hermana Octavia. Todos le consideran muerto y no sabemos si hay esperanzas todavía de recuperarle o no, pero lo cierto es que su storyline ha quedado totalmente ensombrecida. En caso de que sospecharan que aún está vivo, todavía les quedaría explicarnos lo que le sucedió después de que le secuestraran, y cómo se escapó, lo que significaría otro capítulo dedicado expresamente a eso en una temporada salpicada constantemente con adelantos, retrocesos y flashbacks.  No alcanzo a comprender qué problema había con haber dispuesto los episodios 7x02 y 7x05 de forma consecutiva para narrar lineal y cronológicamente la historia de Octavia y las "hespérides", al igual que 7x07 y 7x09, ya que últimamente tratan de sorprender en los minutos finales, como con la desaparición de Hope en Anaconda, sólo para volver otra vez atrás a explicarnos por qué. Parece una estrategia implementada con el fin de enganchar a la audiencia al ser conscientes de que no hay grandes dosis de misterio, acción o giros dramáticos previstos. Y es que la estructura narrativa tan típica de The 100, ésa en forma de "montaña", la que hacía que todos los planes de los protagonistas fracasaran para aumentar el conflicto y la incertidumbre,  no brilla tanto en su despedida.  


Se han sustituido elementos característicos en un intento por buscar nuevas fórmulas efectivas de contar la historia, fórmulas que generan a veces rechazo, duda o confusión, y eso incluye también prestar atención a personajes secundarios como Echo o Diyoza que todavía no han experimentado un clímax narrativo. Los principales se han dejado más de lado, sobre todo Clarke, Bellamy y Raven, quizás porque son personajes que ya han tenido un desarrollo más profundo de partida y no hay mucha más que añadir. Otros, como Octavia, todavía tienen bastante que decir, porque en su caso el camino de redención aún no ha terminado y, si hay algo que todos tenemos claro, es que esta es la temporada de Octavia, Echo, Diyoza, Gabriel y Hope.  Es innegable que Clarke Griffin fue la que sin duda llevó la voz cantante en la temporada 6, en detrimento de otros personajes, como Echo, Jordan  o Raven, que pasaron radicalmente a un no ya segundo, sino tercer plano. En estos últimos nueve episodios se ha invertido proporcionalmente la tendencia y son precisamente algunos como la espía de Azgeda los que han visto engrosadas sus storylines aunque, eso sí, de forma ya tardía y, al menos en eso, hay que darles la razón a los críticos: algunos detalles como el flashback de Echo y Bellamy en El Arca han estado un poco fuera de contexto y quizás debieron insertarlos en su temporada correspondiente, en este caso, la quinta, porque en ocasiones esa obsesión por los flashbacks llega a lastrar el ritmo de los sucesos y a ocupar minutos que se habrían invertido más eficazmente en las situaciones presentes, las que tocan ahora, enriqueciendo el universo de Bardo, Nakara, Skyring y esos otros planetas que tantas ganas tenemos de visitar.

Con la inminente adición de nuevos planetas de cara al final el público quizás esperaba un worldbuilding más original, impactante, denso y constructivo por parte de The CW, algo que no ha sido así, porque los escenarios que concentran las tramas siguen siendo básicamente dos, Sanctum y Bardo. Skyring ya cumplió su función cuando se desveló lo sucedido a Octavia y Diyoza durante su exilio, al igual que Nakara, que fue concebido como una aventura de tránsito para la expedición de búsqueda liderada por Clarke. El problema que conlleva esto es que se percibe falta de intensidad, incluso de realismo. Da la sensación de que hay un desarrollo incompleto y que la solución habría sido añadir una temporada más, porque el worldbuiding no lo pedía, es que realmente lo necesitaba. Sin embargo, entre convertir la séptima temporada en un  Stargate o en un reboot del Monte Weather, los guionistas han optado por la solución que más éxito les ha otorgado. 

Una de las carencias que observo en esta séptima temporada es precisamente eso, un worldbuilding más extenso que promueva interacciones complejas entre los protagonistas y su entorno, fomentando ese retorno a las "decisiones imposibles". Sin embargo, el hecho de que la serie exhiba tantos personajes hace inviable centrarse en todos con idéntico énfasis y que exista un delicado equilibrio entre la importancia del entorno y las relaciones entre ellos. Frente a esto la solución ha sido dejar en "punto muerto" a varios de los que ya han tenido un protagonismo sostenido y conceder a otros una oportunidad para sobresalir cuando no lo habían hecho. Octavia, por ejemplo, era un personaje mucho más secundario en la primera temporada de lo que lo fue -y es- posteriormente, y el hecho de que en algunas temporadas pasara a ser el epicentro del argumento hizo posible su evolución. Quizás a algunos les choque esa relación tan íntima con Levitt, un bardense al que ha conocido desde hace poco y que ha pasado más de una semana estudiando sus recuerdos, pero es un hecho coherente teniendo en cuenta que ella no ha experimentado el afecto hacia otra persona en mucho tiempo, y que es un sentimiento que ha renacido en ella  gracias a sus años en Penitencia. En ese sentido, The 100 sigue mostrando cohesión en esas relaciones, y cada nueva situación es otra oportunidad para ver otras facetas de un mismo personaje. Con Echo está ocurriendo actualmente lo mismo: se trata de un personaje ambiguo, sin lealtades fijas, que del mismo modo que estuvo luchando al lado de Bellamy y Clarke unas veces, otras estuvo en el bando contrario, con un carácter frívolo, estratégico y calculador más propio de una villana que de una heroína. Puede que Echo nos guste más o nos guste menos, pero el personaje de Tasya Teles, con sus particularidades psicológicas, es el que está añadiendo un toque impredecible a la serie. 

CONCLUSIÓN


Para concluir, se puede decir que The 100 sí ha perdido algo de esencia. Seguimos teniendo encuentros con civilizaciones potencialmente hostiles, y probablemente veremos alguna lucha o conflicto más directo en los próximos episodios, pero las "decisiones imposibles" y los dilemas éticos ya no están tan presentes como al principio; en su lugar ha rebrotado con más ímpetu el componente sci-fi. Con esto no quiero decir que la séptima temporada sea mala. No lo es en absoluto. A lo que nos referimos es a que podría haber estado mejor contada o mejor argumentada, sin ese abuso del factor espacio-tiempo y de los retrocesos, y haberse articulado en tres temporadas en lugar de en dos, pero en su conjunto se trata de una serie muy cambiante y, al menos, eso sí permanece inalterable.   

Puntuación de la temporada 7 hasta el ep. 09: 9/10


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Philosophic Dragon


1 comentario:

  1. El personaje de octavia debió desaparecer en la 4 temporada ya cansa la actitud o su historia de victoria lucha

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