domingo, 19 de julio de 2020

REVIEW DE 7X09 (THE 100): "THE FLOCK"


Pasada la emisión del noveno episodio de la última temporada, asoma en el horizonte el gran breakdown, el gran parón mid-season que muchos ya ni siquiera esperábamos. No nos reencontraremos con nuestros personajes favoritos hasta dentro de 3 semanas, el 5 de agosto, para ser más exactos. La peor parte es que les vamos a echar muchísimo de menos, pero la positiva es que al menos dispondremos de tiempo suficiente como para digerir y analizar los avances que se han producido en los últimos capítulos, incluso para reflexionar un poco sobre la evolución de los personajes.

Los días previos pudimos disfrutar de alguna imágenes de adelanto que ya concedieron muchas pistas sobre el rumbo de The Flock. Nuestras predicciones vaticinaban un amplio flashback que narrase los pormenores del entrenamiento de las "hespérides", con la posibilidad sobre la mesa de que, de entre ellas, Hope fuera la que se convirtiera en  rebelde fugitiva. Pero hasta ahí llegaban nuestras previsiones porque, aparte de esperar que la liberación de los rehenes se saldara más o menos favorablemente para Murphy, Indra y Emori, había muchas puertas abiertas en lo concerniente a la reacción de Russheda. 

En The Flock nos olvidamos por el momento de Clarke y su conversación con Bill Cadogan para adentrarnos un poco más si cabe en la idiosincrasia bardense de la mano de Octavia y las "hespérides". Gracias a la decisión final de Echo se les concedió la oportunidad de colaborar con su causa. Parece que hay un enemigo alienígena al que no nos han presentado y que intentó aniquilar a los nativos de Bardo con una sustancia letal celosamente guardada por los Discípulos. Observamos las postrimerías de un fatal holocausto que parece un argumento sacado deus ex-machina, y que esperemos no trastoque más el frágil apéndice del último universo de ciencia ficción que nos brindará The 100 antes de su despedida final. Hay que reconocer que es interesante, pero también que podrían haber adelantado algunos pasos para dar más importancia a lo que la tiene, que es precisamente esta amenaza y esta guerra que se otea en el horizonte, y que suponemos va a formar parte inequívoca del desenlace.

Tras algunas lecciones de religión, ética y biología con niños eugenéticos, las cuatro comienzan un intensivo entrenamiento bajo la supervisión de Anders, que sabe perfectamente lo que busca. Ellas ya eran expertas luchadoras, aunque Octavia y Diyoza llevan muchos años retiradas, pero no se trata de aprender a  luchar, sino de cómo luchar. Los Discípulos son una sociedad plenamente deshumanizada, ultrarreligiosa y eugenésica, que han logrado trascender las necesidades básicas del ser humano suprimiendo los escollos irracionales, emocionales e instintivos con los que este nace, porque sólo así se pueden engendrar individuos inconscientes, biológicamente perfectos y aptos para el combate. Echo es la más susceptible a sus ideas y se siente rápidamente identificada con los propósitos de esta civilización. Desde pequeña fue forzada a olvidar sus vínculos familiares y sociales: perdió a sus padres y asesinó a su mejor amiga, convirtiéndose en la espía de Azgeda que conocemos. Ahora que Bellamy está -hipotéticamente- muerto, no tiene otras causas individuales por las que luchar, excepto servir a un propósito mayor, como había hecho siendo más joven. Por esta razón, es posible que ella les traicione pero también puede estar fingiendo, porque todo espía que se precie debe jugar a dos cartas y dominar el arte del engaño. Destacando tácticamente entre sus compañeras, muestra devoción, un as que bien guardado bajo la manga podría ser útil a la hora de acercarse a sus superiores y averiguar lo que traman. La información es poder.

La conversación que las cuatro mantienen en su habitación puede darnos una idea aproximada de sus puntos de vista, de su postura, pero igualmente revela otro detalle importante: están constantemente vigiladas y disponen de escasa privacidad, por lo que no pueden desvelar sus verdaderas intenciones. De ahí que Echo apueste por seguir jugando su juego y que la secunde Diyoza, para quien proteger a Hope es su principal obligación como madre. Hope, en cambio, es una joven sin infancia ni adolescencia y no ha aprendido a controlar sus impulsos, por lo que esa tarea le queda demasiado grande y termina fracasando en la prueba final. Octavia adopta el papel de observadora. Obedece cuanto le ordenan, en la medida de lo posible, y con el bonus que supone tener a uno de ellos, Levitt, totalmente enamorado de ella, circunstancia que aprovecha en su favor. Puede que nos sorprenda o no entendamos su comportamiento, pero obra en las dos direcciones: en la del disfrute personal, ya que ha pasado muchos años sin experimentar algo similar, y en la de la estrategia. No se trata de una relación forzada. Es tanto artificial como artificiosa. Si Levitt ya es de por sí un chico dubitativo no les costará nada conseguir su ayuda, y eso no se diferencia mucho de lo que pretendería Echo. Cuando ésta decreta la sentencia de Hope, Octavia y Diyoza le lanzan una discreta mirada de extrañeza que sugiere que no se esperaban esa respuesta, lo que quizás sea síntoma de una verdadera traición, pero si envía a Hope a Skyring al menos evitará que muera. 

Sobre Sanctum no hay mucho que decir. La trama es bastante simple: los convictos irrumpen secuestrando a treinta rehenes, solicitando de inmediato que le entreguen a Raven, quien, sin embargo, no está, amenazando a Emori. Murphy, Indra y Jackson recurren entonces a Russheda y utilizan un pasadizo secreto para llegar al salón donde están los cautivos. Aquí es donde termina la interpretación de Primes que hasta la fecha venían haciendo Murphy y Emori. La desconfianza se instaura entre los fieles pero, a cambio, Wonkru hinca la rodilla ante Russheda, lo que sin duda compromete la situación de Murphy, Emori e Indra a medio plazo. Ahora se han aliado con el enemigo más poderoso, y quizás gracias a él se deshagan de los convictos, pero lo preocupante es qué sucederá después. 


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Philosophic Dragon




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