sábado, 25 de mayo de 2019

"The 100": El "Game of Thrones" apocalíptico de The CW.


1. INTRODUCCIÓN: EL CONTEXTO CINEMATOGRÁFICO DE "THE 100" Y "GAME OF THRONES"

En un panorama en el que las series se han diversificado y multiplicado, y en el que el cine, tal y como lo conocíamos, está viviendo su propio apocalipsis como producto clásico de entretenimiento, han surgido dos fenómenos televisivos mundiales, uno épico y otro futurista. Me estoy refiriendo nada más y nada menos que a "Juego de Tronos" y "Los 100", dos series ya longevas y fuertemente consolidadas, con algunos rasgos comunes, que han logrado millones de adeptos en todo el mundo. Ambas constituyen un fenómeno televisivo propio de nuestro tiempo y comparten a veces tanto estética como caracterizaciones (desarrollo de personajes). 

Más allá de esto, hay que añadir que lo que caracteriza a estos dos "pesos pesados" de la HBO y de la Syfy es su pertenencia a dos géneros cinematográficos que, en las últimas décadas, han declinado a favor del drama, el terror, el thriller y la comedia. De hecho, basta ojear cualquier periódico para observar la ausencia de la fantasía y de la ciencia ficción en la pantalla grande. Con frecuencia, el cine fantástico adolece de cierta previsibilidad y se encuentra, por así decirlo, infantilizado: el recurso del viaje del héroe domina en cualquier narrativa épica con tintes mágicos, no siendo exclusiva de la literatura, lo que ha provocado un cierto desinterés en este género, ya de por sí muy deteriorado. Las películas y series de este tipo suelen estar dirigidas a un público demasiado juvenil, que no atrae a los adultos y, por consiguiente, las tramas son simples y los diálogos rayan en la impertinencia y la estupidez.

Por su parte, la ciencia-ficción tampoco se encuentra en su mejor momento. Los temas abordados son demasiado repetitivos, amén de honrosas excepciones como "Interstellar" o "Gravity". Cuando no estamos frente al clásico meteorito que amenaza con aniquilar nuestro planeta, es un terremoto seguido por un tsunami a escala planetaria; cuando no, nos situamos al frente de una misión espacial de la NASA para colonizar Marte, o bien se retrata a científicos espaciales que han encontrado y estudiado organismos alienígenas poco razonables y aún menos amistosos que se infiltran en el cuerpo humano para devorarlo o poner sus huevos, arruinando la misión de turno, o esos mismos extraterrestres emprenden una guerra para exterminar a la raza humana. Y si el argumento no abordaba nada de esto, lo más seguro es que se decante a favor de un grupo de científicos que buscan la cura para un virus potencialmente mortal que convierte a todos sus huéspedes en zombies, o que trate la ética y la moral en un futuro donde los robots sienten y padecen igual que sus creadores. 

Así las cosas, muy pocas son las películas de fantasía o ciencia-ficción que se están produciendo, y de entre esta minoría, las que aprueban "raspado" las exigencias de la crítica especializada. Porque lo que se comercializa no son historias -qué nos queda por contar que no se haya contado ya...-sino los efectos especiales y digitales, el espectáculo única y sólamente per se. El guión ya no importa. Y, puesto que el argumento es prescindible, la mayoría de las producciones sólo entretienen, son perfectamente olvidables y casi nunca las veremos puntuadas con más de un 1/3 o de 2/5 estrellas en los periódicos o en Filmaffinity. Además, serán exponencialmente costosas de realizar, y si no renta la venta del producto, no habrá ni secuelas, ni saga, ni interés en contratar "remakes", "spin-offs" ni, por supuesto, continuar con el género. 

Es en este contexto donde las series se han impuesto al cine y donde, en medio de su apoteósico declive, se han alzado dos igualmente apoteósicas propuestas, que son "Juego de Tronos" y "Los 100". A la primera de ellas ya la hemos despedido la madrugada de este pasado lunes, con ocho temporadas a sus espaldas y un público fiel y entregado desde que comenzara su andadura en 2011, mientras que la segunda ha estrenado este mes en España su sexta temporada y cuenta por igual con acérrimos seguidores, lo que le asegura -esperemos- un largo camino por delante. 

2. ANÁLISIS DE "THE 100" Y GoT: RASGOS COMPARTIDOS CON OTRAS FICCIONES CONTEMPORÁNEAS

Pero, llegados a este punto, seguro que el lector se estará preguntando por qué se menciona otra serie cuando el blog está dedicado a "Los 100". Por razones un tanto obvias que ya hemos ido delineando en nuestra introducción: dado que "The 100" y "Game of Thrones" han surgido en un contexto muy concreto dentro de la Historia del Cine y de la Televisión, hay rasgos que ambas comparten y, puesto que el drama épico-medieval se estrenó en 2011 y la seria post-apocalíptica en 2014, lo lógicamente comprensible es que "The 100" se haya inspirado parcialmente en la serie de Weiss y Benioff. De lo contrario, quizás no hubiera gozado de tanto éxito. Sigue leyendo si quieres averiguar por qué podemos considerar a "The 100" el "Game of Trones" futurista de Syfy (advertencia: a partir de aquí hay espóilers). 


2.1. Temática: multitud de personajes, muertes inesperadas y giros sorpresa

Primero hay que hablar de su temática. "The 100" ha sobresalido dentro de su género porque ha sabido ir más allá de los relatos convencionales, y lo mismo le sucedió a "Juego de Tronos". Ninguna de ellas ha sido una serie "al uso", y las dos están basadas en novelas, algo cada vez más frecuente hoy en día. De hecho, observamos cómo a medida que transcurren las temporadas, ambas series incorporan sucesivamente personajes nuevos a su elenco que, una vez cumplen el papel previsto por los guionistas, mueren irremediablemente. Ninguna de ellas se ha centrado en unos pocos personajes, como es habitual, sino en muchos, cada uno de ellos con su propia historia, antecedentes, conflicto, identidad y pensamiento. Hay, por así decirlo, varios personajes principales, y algunos de ellos van muriendo. En "The 100", por ejemplo, están desde el comienzo Jasper, Monty, Finn, Lincoln, Jaha o Maya, todos ellos con acusado protagonismo en las primeras temporadas, pero que fallecen en cadena a partir de la 2ª tanda de episodios cuando la mayoría no nos lo esperábamos. 

Sucede lo mismo en "Game of Thrones" con varios miembros de los Stark, los que, por así decirlo, eran "los buenos", como Ned, Catlyn, Robb y Rikkon Stark (únicamente se salvaron Jon Nieve, alias Aegon Targaryen; Arya, Bran y Sansa). Bien es cierto que las muertes de GoT se pueden contar por decenas, y que su homóloga apocalíptica no ha asesinado con tanta impiedad, pero el elemento sorpresa y los giros de tuerca son comunes a ambas ficciones. Esa característica ha sido tildada por muchos como exclusiva de GoT, y puede que lo sea, pero indudablemente ha servido de inspiración a Rothenberg. Y, de momento, le ha funcionado. 

2.2. Alianzas, enemistades, conspiraciones y luchas por el poder


Alianzas, enemistades y luchas por el poder. GoT se presentó a los espectadores como una serie política, de intrigas y conspiraciones, más que de grandes batallas, magia y heroínas montando dragones. Desde los inicios, los Stark eran enemigos de los Targaryen y los Lannister, pero aliados de los Greyjoy de las Islas de Hierro por medio de Theon, que se crió como mozo en el castillo de Invernalia; los Targaryen lo eran mutuamente de los Lannister y los Baratheon, porque Jaime mató a Aerys Targaryen, el Rey Loco, y su hermana Cersei se casó con Robert Baratheon, usurpador al trono de hierro. 


Más tarde veíamos cómo el poder se lo rifaban entre los Lannister, y cómo varios de los Stark cayeron en la trampa de la Boda Roja, los Bolton se apoderaron de Invernalia, los Baratheon perdieron la guerra, Meñique y Varys traicionaban y maquinaban a sus anchas, llegó Daenerys, la Kahleesi "rompedora de cadenas" a Poniente con sus tres dragones, Jon Nieve resultó ser el legítimo heredero, Arya pasó de "princesa" -sin querer- a ("Nadie") una terrible asesina, Tyrion -entre borracheras, ligues, juicios, exilios y frases lapidarias- bailando de un lado a otro (primero con Cersei, luego con Daenerys...) para acabar como empezó, de nuevo como "Mano" del rey, o sea, de Bran (que se pasó viajando desde que nadie se acuerda ya, a no se sabe ni dónde, sentado en una silla, sólo para convertirse en Cuervo de Tres Ojos y atraer al Rey de la Noche) elegido Rey de los Seis Reinos, la "pajarillo" de Sansa, de gran perjudicada/perdedora por Geoffrey, Meñique y Ramsay Bolton a reina de Invernalia, el peligro verdadero que suponían los Caminantes Blancos que se dirigían al Muro, Jon como líder en el Castillo Negro y unión entre Poniente y el pueblo libre, Jaime pasa de "Matarreyes" a enamorarse de Brienne de Tarth y a desobedecer a su hermana-reina-amante, para convertirse en el caballero "Matagreyjoys" y pasarse al bando de Jon y Daenerys, morir heroicamente junto a Cersei y aparecer en el epílogo del libro que Sam había escrito, "La canción de Hielo y Fuego", que narraba los sucesos acontecidos durante la serie, etc. 


Esto, por cierto, resumiendo mucho lo visto estos últimos 8 años. Pero, sí: en GoT nunca hubo ni buenos ni malos, aunque la serie pretendiera hacérnoslo creer con una niña rubia que contrajo matrimonio con un Dothraki que le regaló tres huevos que, al arder en una pira con ella, eclosionaron en tres dragones (Drogon, Rheagal y Viserion), con los que parecía predestinada a liberar Poniente, a reclamar el trono de su familia, y a terminar con el mal y la corrupción que había en el mundo. Expectativas que, finalmente, no se cumplieron tras convertirse en una tirana al arrasar, presa de la ira, toda Desembarco del Rey con el fuego de la indiferencia de su dragón, que no distinguió entre aliados, enemigos y civiles inocentes. El fin justificaba los medios, y así Daenerys se cavó su propia tumba: murió asesinada por su amado Jon, que le clavó una daga entre las costillas a la primera oportunidad, en medio de un acalorado beso ante el impertérrito, inmutable y silencioso Trono de Hierro, que tantas luchas y traiciones había presenciado desde que fue forjado. 

2.3. De buenos y malos, medios y fines


El dilema "buenos-malos"/fin vs. medios lo encontramos de igual forma en "The 100", al igual que las constantes luchas de poder entre unos y otros. Durante la 1ª temporada las tensiones se desatan en el Arca, que carece de oxígeno y recursos suficientes para mantener a la creciente población que alberga, razón por la que el canciller Thelonious Jaha y Marcus Kane deciden sacrificar a unas 200 personas. Dado que no todos los altos cargos del consejo estaban de acuerdo con dicha decisión, se produjeron diversos altercados y sublevaciones, como la de la ex-canciller, que logró escaquearse junto con otro grupo en la nave Exodus mediante una maniobra de distracción en mitad de la fiesta del Día de la Unidad (el día en que las 12 naves espaciales se unieron y formaron el Arca). También Marcus se autoproclamó canciller cuando Jaha estaba enfermo y era operado por la dra. Abby, quien, aunque nunca estuvo de acuerdo con los sacrificios humanos, los toleraba, por "ser lo correcto": o morían todos, o unos pocos se salvarían. Ella misma traicionó a su marido, el padre de Clarke, motivo por el que Clarke mantiene una relación un tanto complicada con su madre. Lo importante era la supervivencia de la raza humana, y el fin justificaba los medios. Los cien jóvenes que habían sido enviados a la Tierra, aún sin saber siquiera si sería habitable, eran una pérdida aceptable, como tantas otras.


Pero ahí no acababa la cosa. Una vez establecidos en el campamento, cerca del transbordador, la incipiente anarquía se transforma en una reyerta entre bandos: los de Clarke, que acataban sus decisiones y apostaban por mantener sus pulseras, y los de John Murphy, que eran rebeldes. Ahora eran libres y no tenían por qué seguir sometidos al Arca. No tardaron mucho en inclinarse por la hija de Abby. Más adelante descubren que no están solos y que la tierra que pisan es en realidad territorio de los últimos clanes terrestres que sobrevivieron a la radiactividad, conflicto que se superpone al romance entre Octavia y el guerrero Lincoln -no tan bien visto por nuestros "celestes"-, y que tiene su máxima expresión en el intento de diálogo entre Clarke y Anya, y la guerra entre terrestres y celestes al final de la temporada, que implicó la fatídica muerte de muchos de los primeros cuando estalló la bomba del transbordador que preparó Raven. 

En la 2ª temporada, vimos cómo a los "skaikrus" y "trikrus" se les oponía un enemigo común: el Monte Weather, un búnker donde se habían refugiado los últimos supervivientes no pertenecientes a los clanes terrestres, a los que cazaban para obtener sangre con la que realizar transfusiones que les permitieran salir al exterior, ya que su organismo era vulnerable a la radiación. Clarke se enfrentó en esta tanda de episodios a las decisiones más difíciles, que vaticinaron su posterior conversión en Wanheda ("comandante de la muerte"), debido a la aniquilación de las gentes del Monte Weather al irradiarles con el aire del exterior, en un dilema de "ellos o nosotros" que tiene consecuencias éticas y morales en el resto de temporadas. 


En realidad, la conflictividad entre celestes y terrestres no se llega a solventar completamente en las temporadas venideras, y es la nota dominante de la serie hasta la temporada 5. La tercera tanda de capítulos sitúa a los "skaikru" nuevamente en el punto de mira: entrar en la confederación de clanes, de la que es partidaria la Heda Lexa, y por consiguiente enfrentarse a Roan y los de la Nación del Hielo, que exigen "el poder de Wanheda", o bien aliarse con sus enemigos y traicionar la coalición. La accidental muerte de Lexa sin sucesora, el ascenso de Pike a canciller de Arcadia y la inminente amenaza de Alie y la Ciudad de Luz dieron lugar a una temporada confusa, con treguas cortas e inestables. 

Es palpable, incluso, la progresiva transformación de esa frase tan manida y que tantas veces los guionistas pusieron en boca de Clarke: "lo hago por los nuestros", refiriéndose tanto a los terrestres como a los arcadianos. En las temporadas 4 y 5, Clarke abandona su clásico discurso para afirmar que lo hace "por los míos, por los que me importan". Cuando se revela que la sangre negra podría permitirles sobrevivir al Praimfaya, Raven recuerda, mientras experimentan en el laboratorio, que lo que piensan hacer es idéntico a lo que hacían en el Monte Weather a los prisioneros. Sin embargo, ahora todo cambia, porque ellos "creen" ser "los buenos", como decía Bellamy en más de una ocasión. Es evidente que el tan recurrente discurso "todo por la raza humana" se convierte en un argumento diplomático, que enmascara, e incluso justifica, las verdaderas intenciones, que no son sino sobrevivir a toda costa. 

Un juego de pactos y alianzas superfluas en el que el bien y el mal se diluyen, hasta el punto de no distinguirse lo bueno de lo correcto. Finalmente, unos critican a otros, pero estos unos adoptan las mismas medidas cuando son necesarias que esos otros. Desde luego, no es muy distinto de GoT, donde, como hemos podido comprobar, no importa quién gobierne, porque sean quienes sean, habrán hecho lo indecible (matar, traicionar...) para ocupar su puesto y, en el fondo, todo cambia para seguir igual. Nos lo recuerdan en el último episodio de GoT las impactantes palabras de Tyrion respecto a Daenerys dirigidas a Jon, y la escena en que el sabio enano se reúne con Bronn, Brienne, Sir Davos, Bran y Sam, para debatir los nuevos nombramientos de consejeros y los problemas que quedan aún por resolver. Todo acabó como empezó. Como única salvedad, agregar que la destrucción del trono de hierro implicó el fin de la monarquía hereditaria en Poniente, que fue sustituida por una monarquía electiva, del mismo modo que el Praimfaya terminó en "The 100" con el estilo de liderazgo de las comandantes cuando Octavia, a falta de un líder que uniera a todos los terrestres y celestes, se erigió como Blodreina, la primera "líder" de sangre roja.


2. 4. Mujeres al poder: el elogio del liderazgo femenino

Reinas, comandantes y guerreras: el liderazgo femenino. Otro aspecto que quizás hayan podido pasar por alto los espectadores es la presencia cada vez mayor de mujeres en los papeles principales, ocupando roles tradicionalmente masculinos. Se trata de un rasgo común que comparten tanto GoT como "The 100". 

Si bien la mayoría de miembros masculinos de los Stark fallecieron en circunstancias adversas, no fue así en el caso de las mujeres. Sansa y Arya sobrevivieron hasta el final de la serie. La primera quería ser reina, y lo consiguió, a pesar de la dureza y crueldad del camino que se la obligó a recorrer; Arya era una niña inocente que gustaba de jugar con espadas, que odiaba todo lo relacionado con la corte y las costumbres cortesanas y, a lo largo de la serie, su exilio junto a Cleagane, el Perro, su cautiverio y su viaje a Braavos, donde aprendió a matar y a extraer el rostro de sus víctimas, sirviendo al Dios de Muchas Caras, transformaron completamente su personalidad. Dejó de ser para siempre esa niña curiosa que siempre había sido para tener como único objetivo vengarse de los asesinos de su familia, encabezando la reina Cersei su lista negra. La niña que abandonó a Nymeria, su lobo-huargo en el bosque, ya no era ni por asomo la misma que, a su regreso a Poniente, su vieja compañera de cuatro patas encontró de nuevo una noche a la luz de la hoguera. 


Por su parte, Sansa tuvo que aprender a jugar al "juego de tronos", a anticipar las maniobras de sus adversarios, y fue así cómo se libró, en primer lugar, de Ramsay Bolton, lanzándole sus propios perros, que se abalanzaron sobre él y lo despedazaron, y cómo engañó a Lord Baelish (Meñique) -quien ya pensaba contraer matrimonio con ella para convertirse en el nuevo Señor de Invernalia -para que Arya lo apuñalara por la espalda. 

La evolución de Sansa y Arya lo largo de la serie las ha convertido, sin lugar a dudas, en dos de los personajes más redondos de esta ficción, además de dos de los más queridos. Tanto, que la decisión de no matar a Arya por parte de los guionistas se debe sobretodo a las peticiones de los fans. 

En "The 100" todos los puestos de relevancia son ocupados directamente por personajes femeninos, empezando por Clarke "Wanheda", quien ya le dijo a su madre, en toda una declaración de intenciones, "tú eres la canciller, pero yo estoy al mando". Su liderazgo resulta crucial en las primeras temporadas, pues es la representante de los celestes y la que toma las decisiones más importantes, sobre todo en lo que respecta al mantenimiento y la seguridad del asentamiento. El sacrificio del Monte Weather le aseguró la victoria de los suyos y la liberación de los 47 presos, pero también introdujo sentimientos de culpabilidad en ella. Es la diplomática por excelencia de "The 100", por su voluntad de querer salvar a todos, a la vez que una aprendiz de "médico" en ausencia de su madre, que evoluciona hacia el egoísmo conforme avanza la serie.

En las primeras temporadas Clarke es firme y resolutiva, pero después el personaje muestra síntomas de agotamiento (nunca veremos a Eliza Taylor otra expresión que no sea la de duda, temor o preocupación). Sus miedos, temores, dudas e inseguridad la hacen cambiar más de una vez de bando, especialmente en la 5ª temporada. La evolución psíquica de Clarke es comparable a la de Daenerys en GoT. Las dos son atractivas y de cabellos rubios, pero queriendo hacer el bien, se equivocan y eligen sendas erróneas. Sus sentimientos se interponen al buen juicio y al recto razonamiento. 

En segundo lugar, cabe destacar -y con mayúsculas- al personaje de Octavia Blake, paralelo al de Arya y Sansa Stark. Y es que ¿quién no se ha quedado alguna vez prendado del carisma, de la belleza, del encanto y de la inteligencia de Octavia? ¿y qué hay de su penetrante mirada asesina? Es con toda seguridad uno de los personajes más redondos de la ficción apocalíptica: un personaje "esférico", que atraviesa ingentes cambios de conducta y personalidad durante el desarrollo de la trama. Todo el mérito es de la actriz Marie Avgeropoulos, cuya actuación habría que puntuar con un "10", con un sobresaliente cum laude. El personaje al que encarna en "The 100" es quizá el más complejo, y aún así le otorga vida como sólo ella sabe, de tal forma que, para muchos, Octavia es más real que ficticia. Sin duda la actriz vive al personaje y muchos vivimos y sufrimos con Octavia. La serie no sería en absoluto lo mismo sin ella. 


La vimos salir del transbordador la primera, con un grito de alegría de los pocos que habría exclamado en su corta vida, dominada por el miedo y la incertidumbre a ser flotada como su madre (sólo 1 hijo por pareja en el Arca), jugar con mariposas y enamorarse de Lincoln, cuyo romance terminó el día en que Pike lo ejecutó por traición en la 3ª temporada. Desde entonces la inocente y dulce Octavia comenzó a transformarse en una curtida guerrera Trikru bajo las órdenes de Indra, incluso desde el final de la 2ª tanda, cuando ella decide entrar sola por el túnel de los segadores, confiando plenamente en su hermano Bellamy, cuya misión era desactivar la niebla ácida del Monte Weather. Más tarde se enfrentó a Echo en un duelo a muerte al borde de un accidentado barranco, por el que se despeñó con una profunda herida en el costado, sobreviviendo a duras penas, sin ahogarse. Luego vimos cómo salía airosa del cónclave, sin temer la muerte (o sin esperarla), y cómo nuestra heroína era poseída por la oscuridad cuando, en el búnker, debe sofocar la rebelión de los clanes con una simple idea en la cabeza, "aquí sólo están Wonkru y los enemigos de Wonkru. ¡Elegid!", una ideología que facilitó temporalmente la cohesión de terrestres y celestes en torno a su figura, la de Blodreina. 

En las dos últimas temporadas tanto Abby como Marcus se posicionan en su contra, pues la consideran un "monstruo", y si bien es cierto que Octavia se transforma en una asesina sin escrúpulos, igual que Arya Stark, también lo es que los culpables fueron ellos dos por insinuarle la mejor opción para obtener proteínas en el búnker: el canibalismo, a lo que ella añadió el pozo como arena de combate, inspirada por los relatos de Ovidio sobre Roma y los gladiadores. Su personalidad pasa de inocente y conciliadora a obsesiva, vengativa, fría, impulsiva y sangrienta pero, en el fondo, sabemos que Blodreina es la consecuencia de una serie de dramáticas circunstancias a las que ha tenido que enfrentarse Octavia. No es, por así decirlo, una "villana" clásica, ni mucho menos. Quizás hayan muerto muchos menos bajo su espada que como consecuencia de las -a veces-arbitrarias decisiones de Clarke. Su evolución, como insistimos, es semejante a la de Sansa y Arya en GoT: de Octavia a Skayripa, de Skayripa ("lo que viene de arriba") a Blodreina ("reina roja o de sangre"). La celeste que se convirtió en terrestre. La primera comandante no "nathglida". Octavia se convierte en una guerrera formidable y también en una gran estratega militar, tan hábil que es capaz de predecir las tácticas de sus adversarios, como ya comprobamos cuando pensaba utilizar los huevos de las lombrices parásitas para destruir a Diyoza y a McCreary, algo que Clarke, Bellamy, Harper y Monty no se esperaban.

Tampoco nos podemos olvidar de que todas las comandantes (heda) de Polis son mujeres, y que prácticamente en su totalidad son personajes femeninos los que están al frente de los escuadrones militares. También lo es la reina de la Nación del Hielo, a excepción de Roan (Zach McGowan), su heredero. Como única salvedad estarían los candidatos a la sucesión: Lexa mencionó que entre los nueve "nathglida" había un niño en el que ella confiaba especialmente para sucederla. Sin embargo, se trataba de una especie de coto cerrado, razón por la que Luna Kom Flokru huyó de su cónclave y rechazó La Llama. Por lo tanto, hay mujeres guerreras en igualdad de condiciones que los hombres, pero lo que "The 100" representa es, casi ante todo, una sociedad matriarcal. Ahí están la ya citada Lexa, y por supuesto, Indra y Anya, pero también Octavia como Blodreina, Gaia como sacerdotisa y guardiana de La Llama, y después Maddie, la última "sangre nocturna" e hija adoptiva de Clarke. 

El poder femenino también es bastante representativo del universo de "Juego de Tronos" que, al contrario que "The 100", se basa en una Edad Media ficticia y es, por tanto, patriarcal, aunque con mujeres destacadas como Sansa como señora definitiva de Invernalia, Daenerys como soberana de Meereen, Cersei como reina de los Siete Reinos durante casi toda la serie, y Brienne de Tarth como primera mujer-caballero.

2. 5. Amenazas comunes que se superponen a los conflictos individuales

Enemigos comunes y devastadores. Característica inherente de las dos ficciones. En ambas observamos cómo hay diferentes bandos, enemigos y aliados que luchan entre sí por poder o supervivencia, cuando en realidad la verdadera amenaza se cierne sobre ellos. En "Los 100" ésta adquiere numerosas caras en cada temporada: en la 2ª, el enemigo común a terrestres y celestes eran los del Monte Weather; en la 3ª surge Alie, una IA que, por medio de unos chips, controlaba la voluntad de sus huéspedes, trasladando parte de sus conciencias a una ciudad virtual donde dejaban de sentir dolor y perdían todos sus recuerdos; en la 4ª, aparece en el horizonte el Praimfaya, la gran explosión de fuego radiactivo que arrasaría el 98% del planeta y, en la 6ª, un nuevo planeta habitable, con condiciones similares a la Tierra, pero sujeto a un doble eclipse solar que altera el comportamiento de todas las criaturas, incitándolas a la violencia. A veces, más que los cataclismos o las fuerzas de la naturaleza y de la tecnología, es el tiempo el auténtico contratiempo de Clarke, Bellamy, Octavia y sus compañeros.


En GoT la verdadera amenaza de Poniente no la constituyen las luchas intestinas entre las diferentes casas nobiliarias por el trono, sino el temible ejército de Caminantes Blancos -que no están ni vivos ni muertos- controlados por el Rey de la Noche. Algo a lo que, en la serie, la mayoría de los personajes son ajenos, hasta la séptima temporada, en que el Muro es destruido por el resucitado dragón Viserion y Daenerys se ve obligada a pactar con Jon y con Cersei para formar un ejército lo suficientemente fuerte como para combatirlos. 

2. 6. El Trono de Hierro y el Trono de Polis


Trono de Hierro vs. Trono de Ramas. Seguramente el aspecto del Trono de Hierro influyó notablemente en el que corona la última sala de la torre de Polis. Si el primero se forjó con las espadas de los enemigos de los reyes de Poniente, vemos cómo el segundo guarda un cierto parecido con éste, pero está conformado por varias ramas disecadas y entrelazadas entre sí, como un árbol, que seguramente simboliza los linajes de todos los comandantes, los cuales han de ser recitados por sus sucesores, una vez aceptada La Llama, para ser consagrados como "Heda". De hecho, una de las razones por las que Maddie no es aceptada íntegramente como nueva "Heda" es por no haber completado el ritual de la ascensión, que finalizaba honrando los nombres de los soberanos anteriores y sus clanes. 


2. 7. Estética y vestuario: el estilo "neo-vikingo"


Estética, vestuario y pinturas de guerra. Las similitudes entre GoT y "Los 100" resultan menos visibles en lo que a estética y vestuario se refiere, pues la ficción de CW posee varios referentes seriéfilos y cinéfilos a este respecto. La época en que viven los del Arca es como una segunda Edad Media, y varias imágenes confirman que, en cuanto a vestuario y armas, la serie estrella del canal Syfy se inclina por una estética "neo-vikinga", inspirándose en otra serie que se estrenó uno o dos años antes, y que se ha convertido, con el paso de los años, en la competidora directa de "Juego de Tronos": "Vikings". 

La serie que narra las aventuras de Ragnar Lothbrok y sus descendientes también ha apostado decididamente por los personajes femeninos, que combaten codo con codo con los hombres de su tribu. Las más sobresalientes son sin duda la otrora esposa de Ragnar, "conde Instath", reina de Kategat y amante del obispo Heahmund, Lagertha (Kateryn Winnick), y Torvi, que primero fue pareja de Björn Piel de Hierro y luego de su hermanastro Ubbe. También cabe recordar a Helga, la esposa de Floki, que murió hace ya dos o tres temporadas, y a Astrid, que primero compartió cama con Lagertha y después con el rey Harald. En todos los casos, las mujeres de los lugartenientes nórdicos lucen pinturas de guerra de color negro alrededor de los ojos, igual que los Trikru y Wonkru. Si comparamos una imagen de Lagertha con otra de Octavia o de Lexa, podría parecer que estamos hablando de tres guerreras de una misma serie. 


También en la última película de "Mad Max: furia en la carretera" los amos de la carretera se pintaban de negro los ojos para parecer más intimidatorios, lo que parece responder más a una moda de las series post-apocalípticas actuales que a un hecho histórico constatable. Es probable que los vikingos y los pueblos nórdicos utilizaran pinturas de guerra durante sus incursiones, pero no es fácil de saber, teniendo en cuenta que lo poco que sabemos sobre ellos se encuentra en manuscritos ingleses de los siglos IX y X, que reflejan una concepción peyorativa de ellos (el civilizado frente a la barbarie), y en las sagas islandesas, posteriores ya a las sociedades paganas del Norte de Europa. 


Sea como fuere, lo cierto es que el carácter de los terrestres se asemeja a las prototípicas descripciones cristianas de los daneses que arribaban en las costas de Wessex, Northumbria y Mercia para saquear villas y monasterios en busca de riquezas. Los Trikru son desconfiados, leales a su causa, poseen un código de conducta determinado por el honor y la honra, como en el Medievo, y se entrenan desde la infancia en condiciones extremas para convertirse en guerreros, jefes y comandantes, en una sociedad culturalmente tradicionalista, apegada a las costumbres, al orden jerárquico militar y familiar, esto es, a la familia y el clan como elementos de cohesión interna, y a las creencias religiosas ancestrales, que se materializan en forma de tradición oral a través de sentencias como la famosa "de las cenizas resurgiremos", o "todo de mí por vosotros".

Algunos elementos del vestuario pueden resultar un tanto similares, aunque aquí hay más diferencias que semejanzas. En general, la indumentaria de terrestres y celestes es moderna: prendas de cuero o napa de tonos oscuros, de aspecto militar y muy ceñidas al cuerpo, que ocasionalmente combinan con algún otro elemento más arcaico, como velos y capas, además de llevar armas como ametralladoras, pistolas, cañones, espadas y dagas. Por ejemplo, Octavia porta, como vemos en algunas imágenes, una larga capa roja que le sirve también como velo, apareciendo velada de forma ocasional, igual que Gaia al supervisar determinados rituales, como la ascensión o las luchas en el pozo. También Torvi en "Vikings" aparece con la cara velada, y ello se explica por el carácter religioso de esta prenda. 


El velo representaba la virginidad y el sacerdocio entre los antiguos romanos. Las vírgenes vestales portaban el velo durante los treinta años que se prolongaba su servicio al culto de Vesta, durante los cuales debían permanecer célibes. El Pontifex Maximus, que era el sumo sacerdote encargado de supervisar todos los cultos paganos en Roma, llevaba un velo que después los emperadores, a partir de Augusto, se arrogaron, en calidad de Pontifices, pues éstos representaban el poder divino. Más tarde los cristianos adoptaron esta fórmula para las vírgenes que cumplían voto de castidad en los monasterios tardoantiguos. Desde la Antigüedad era frecuente concebir al monarca o emperador como enviado de los dioses, como un juez en materia de poder temporal e intemporal. El velo en las mujeres es símbolo de recato y sumisión al varón, pero también posee un marcado carácter religioso. Por lo tanto, no debe extrañarnos que Blodreina lo lleve. Otra cuestión muy distinta es su utilización entre las sociedades germánicas. 

Otra prenda distintiva son las capas. En la Edad Media constituían la prenda de abrigo más utilizada por los nobles, que a veces podía estar decorada con algún broche a modo de botón. Su uso se vincula sobre todo a la Alta y Plena Edad Media, hasta los siglos XII o XIII, en los que la vestimenta, normalmente amplia y holgada, comenzó a ajustarse más al cuerpo a medida que se transitaba a los siglos XIV y XV. La utilización ocasional de esta prenda en "The 100" muestra cómo, una vez más, sus creadores se inspiraron en la Edad Media para ilustrar una humanidad dividida y decadente tras el apocalipsis radiactivo, cómo la cultura Trikru-Wonkru personifica valores, creencias y costumbres que nuestra sociedad Occidental ha ido relegando al ámbito privado, como es el caso de la religión que, cada día, despierta más rechazo y también más estudiosos interesados en la misma desde diferentes disciplinas académicas, como la Historia, el Arte, la Antropología y la Filología. 

No obstante, la serie bebe de otros varios productos cinematográficos, como las sagas de "Los Juegos del Hambre", "El corredor del Laberinto", "Divergente" y la ya citada "Mad Max". El cónclave en el que Octavia representaba a Skaykru consistía en una lucha a muerte entre candidatos de los trece clanes, con Polis como arena de combate, lo que no es sino una reminiscencia de "Los Juegos del Hambre", en la que doce distritos seleccionaban cada uno dos candidatos para sobrevivir a un espectáculo bélico de "todos contra todos" en el que sólo podía vencer uno, y que se entendía como un tributo, un sacrificio, debido a la escasez de recursos. Una forma de que ganara el más fuerte y se pudiera prescindir de cribados injustos, como los del Arca en "The 100". Morían unos pocos para salvarse otros muchos. 

3. CONCLUSIONES FINALES

Como ya habíamos comentado en párrafos anteriores, esta característica, junto a otras que acabamos de explicar, sitúan a "Los 100" como una serie apocalíptica émula de "Juego de Tronos", pero igualmente reminiscente del éxito de "Los Juegos del Hambre", de "Vikings" o de "Mad Max", con una estética que visualmente es impactante, a la par que atractiva y, lo mejor de todo, con personajes carismáticos y redondos, que evolucionan y cambian mucho de una temporada a la siguiente, que mueren de forma inesperada e impredecible; parecen héroes, y a veces lo son, pero también se equivocan, hecho que contribuye a humanizarlos. 

Se trata de una ficción que puede hacer girar más de 360 grados una trama y un argumento para sorprender al espectador y reinventarse cada año con gran originalidad cada final de temporada, que a su vez supone el comienzo de la siguiente, siendo a cada cual mejor y más interesante que la anterior. Toda una proeza en lo que a series se refiere, pues la mayoría sólo están pensadas para durar unas tres temporadas, o declinar en intensidad hasta su forzada agonía, algo que no le sucede a "Los 100" que, en vez de envejecer, rejuvenece. Una serie para la que, en definitiva, no pasan los años, que ha sabido aunar lo mejor de su género, fórmula que le ha valido para perpetuarse y crecer en audiencias y fans, y que probablemente le consolidará aún más en antena en los próximos años. Sí. Todo hay que decirlo: Clarke, Octavia, Bellamy, Murphy, Echo, Raven, Marcus y Abby nos han llegado al corazón y están aquí para quedarse. 















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